DE UN AÑO DE ABSTINENCIA

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DE UN AÑO DE ABSTINENCIA

De un año de abstinencia a perra en celo.

Había pasado casi un año desde mi último encuentro sexual, por una extraña razón había tomado la decisión de no mantener relaciones sexuales a menos que esto involucrará una relación estable y esto porque era algo anticuada y romántica ó puedes llamarme cursi y frígida si te apetece y no era que no tuviera ganas de verga, pero era una decisión personal. Me consideraba una persona para la cual el sexo no tenía gran relevancia, al menos no en esos momentos de mi vida y era relativamente fácil mantenerme en mi palabra hasta que conocí a mi Amo, quien me arrastró a un mundo donde la palabra placer cobró toda una gama de nuevos significados.

La noche que escuche por primera vez el término BDSM en los labios de, mi ahora, Amo fue que en un bar donde coincidimos, yo lo escuché atenta gran parte de la noche mientras él me explicaba los aspectos básicos de sus preferencias al coger, que involucraban bastante perversión, oscuridad, fantasías, sadismo y misterio y la naturalidad con la que tocaba el tema era tal, como si hablará del término que prefiere la carne o cual era su copa favorita y todo esto pasaba a los oídos y los ojos de unos cuantos curiosos que lo escuchaban mórbidamente .

Hablaba de las reglas de su siniestro mundo y aunque para ese momento no estaba del todo claro de lo que se trataba la incógnita en mi cabeza era: ¿Me atrevería a experimentarlo? Intenté responderme que no, orillada por el miedo y el temor a lo desconocido. Oír hablar del placer en el dolor me ponía los nervios de punta, pero también escuchar la manera en que mi Dom se expresaba del tema, me recorría el cuerpo con una electricidad mórbida, placentera y disfrutable. Sus palabras movían una inquietud en mí, que si bien venía directamente de mi panocha la cual, deseaba ponerle fin a un período de sequía desde hace tiempo lo sé porque se derritió desde que tuvo cerca a mi Dom por primera vez, su monologó sobre BDSM arrasaba con mis prejuicios y yo me dejaba arrastrar gustosa a su mundo de lo perverso.

Y no lo dude ni un momento, cuando me ofreció experimentar en carne propia lo que sus palabras describían y quizá, que desde el primer momento que lo vi ya sentía bastante perdida mi voluntad ante ese atractivo Señor y digo Señor por que la diferencia de edades era notoria y no es que para mí sea de mucha importancia, porque nunca lo ha sido pero jamás me había fijado en alguien mayor. Desde que lo miré a los ojos por primera vez, sentí cierta complicidad con ellos y probablemente él en los míos, leía mis ganas de estar a su merced, quizá me delataban mis pupilas dilatas escuchándolo hablar y en ellas me sabía cautivada, si hubo tensión sexual al menos de mi parte y no me faltaba nada para decir que sí al sexo casual, que fue lo máximo para lo que mi imaginación alcanzó en ese momento, pero lo que experimenté con mi Amo superó el sexo casual por mucho y produjo en mi series de orgasmos interminables, alucinaciones posteriores con su sabor y su olor en un vaivén de emociones que se comparan a las subidas y bajadas de las montañas rusas.

Él era alto, delgado y de piel clara, tiene ojos grandes pero no se apreciaban bien detrás de sus lentes graduados estilo «Jhon Lennon» quisiera poder verle los labios, pero se esconden, detrás de su bigote espeso a lo «Dalí» el cual no dejaba de «peinar» con sus dedos; su manera peculiar de vestir desentona perfecto. A primera vista pensé: Debe tener 50 años al menos y en apariencia bien vividos. Era un tipo excéntrico de los que usualmente me fijo, porque me siento atraída por su seguridad en saberse diferente al resto, en pocas palabras soy fan de lo raro, de lo inusual y Él encajaba perfecto en esa descripción.

Yo en cambio, soy baja de estatura mido 163 cm, tengo tetas de buen tamaño, con unos hermosos pezones color marrón claro, que contrastan con mi piel clara en esas zonas donde no ha llegado el sol y todavía siguen firmes, por suerte, por otro lado debería bajar unos kilos, tengo 30 años y soy bastante ordinaria, cabello por debajo de los hombros color castaño oscuro, ojos expresivos y grandes, cejas pobladas y una bocota de mamadora, como dato curioso de mí cuerpo, tengo unas manos y pies que parecen de niña, bastante pequeños en proporción al resto de mi cuerpo.

Era el día y hora acordadas, yo estaba más que ansiosa por lo que iba a pasar en este primer encuentro, todavía no entendía muy bien de que se trataba pero estaba mojada y caliente incluso antes de llegar; no era para menos llevaba un año sin sentir lo que era el calor de otro cuerpo, sin tener una verga adentro, sin compartir con nadie la humedad entre mis piernas, esa mañana me trencé cuidadosamente el cabello, con la esperanza que fuera tirada de el en algún momento del día. Parecía perra en celó, expedía el olor penetrante a las ganas de ser usada por el tipo del bar. Llegué al lugar ansiosa y excitada y lo que encontré no fue a un tipo cualquiera, si no a mi Dom en su modo desenfadado, de shorts y camisa de dormir, ni siquiera con ese look dejaba de verle esa personalidad única que me atraía, creo que caigo en cuenta que lo que proyectas se lleva en la mente.

Su primera orden fue, que me despojará de toda la ropa y ni siquiera titubeé, tenía ganas de verga y no me iba a entrar con la ropa puesta, pensé. Me quite el vestido negro con escote pronunciado y estampado de sandías coquetas, debajo llevaba un baby doll azul aguamarina claro, con flores color melón y una tanga a juego y que previamente mi Amo, decidió verme puesta al llegar levantando la falda del vestido, también me los quité y obedecí a la siguiente orden, que fue mi primera postura de sumisa: hincada, desnuda, con los pechos libres y el coño depilado y mojado, erguida pero con la mirada al suelo frente a mi Amo, que en ese momento ya estaba ahí desnudo, restregándome la verga muy cerca de la boca mientras yo sentía mis entrañas vibrando de excitación y a la vez me sentía muy nerviosa, me sabía inexperta.

Me enseño las posiciones que debería aprenderme para ser una buena sumisa y una vez ahí en el suelo y en la posición de adoración le besé los pies por instinto, lo adoré como si hubiera nacido para eso, me perdí a mi misma por unos instantes, me sentí humillada adorando a ese que era un desconocido un día anterior y a la vez con tanto calor dentro de mi cuerpo, cuando me olvide de la humillación creo que rebasé ese límite y sentí un tipo de conexión y fue ahí cuando estalle de humedad, por lo que había hecho.

No me di cuenta en que momento la pasividad de sus palabras y explicaciones se volvió una embestida de sus dedos dentro de mi panocha, solo para verificar lo que él ya sabía, que estaba húmeda y llena de ganas de él, cosa que me demostró metiéndome los dedos que acababa de sacar de mi húmedo coño, a mi boca y ahí, me probé a mi misma, mis fluidos, mi sabor, que era a la vez dulce y a la vez salado una mezcla de olor-sabor que me provocó una serie de espasmos en mi cuerpo. Después de saborearme a mi misma, trague la saliva generada por ese momento y sentí calor en todo el cuerpo y mucha electricidad y vibraciones en mi coño, mi clítoris respingaba de alegría y al ver la cara de satisfacción de mi Dom, quien parecía que disfrutaba ver el espectáculo de su sumisa novata, era todo un gozo para mí, pues el verlo complacido era algo que también anhelaba.

Después, me ordeno ir a gatas hasta el cuarto, donde estaba la cama y ahí probó conmigo algunos de sus «juguetes» (me gusta más decirles instrumentos) mientras me explicaba un mundo, que solo había visto en el porno y en muy pocas ocasiones. Creó que ahí, de cierto modo empezó a medir mi umbral de dolor, con cosas de menor a mayor intensidad, me sometió a cambios de temperatura, mientras yo ya no distinguía entre el dolor y el placer, estaba tan caliente con su presencia y con todo el erotismo previo de sensaciones, que la adrenalina que causaban sus perversiones me palpitaba por todo el cuerpo y terminaba en mi panocha.

En mi rol de sumisa, permití que él hiciera ó más bien, probará conmigo todo lo que mi Amo quisiera y también por que soy una puta muy complaciente. Él, lo vio en mí desde el primer momento, leyó mis pensamientos más oscuros, los que nadie podría haberse imaginado y los convirtió en realidades placenteras, llenas de orgasmos, venidas y gemidos. Yo sentía una necesidad de ser sometida y humillada y él la llenaba perfectamente, no olvido su cara de perversión al enseñarme las pinzas, que en mis pezones bien parados y duros pondría más tarde, solo de recordarlo me estremezco, es una mezcla dolor-placer infinita, me vibra la panocha y también los pezones pensando en ese momento.

Ese mismo día conocería a mi instrumento favorito, hasta el momento, «La vara» solo con verla, me respingó el clítoris y aunque ese día solo la probó conmigo para enseñarme como podía usarse fueron 5 azotes y pedí uno más, eso fue lo que más complació a mi Amo, pude imaginarme su risa perversa detrás de mi espalda, mientras su sumisa novata pedía un azote más y él se lo concedía gustoso.

En medio de dedeadas de panocha, susurros sucios en mi oído donde me recordaba lo perra y puta que era y una mamada de verga que aunque inexperta, fue bien guiada por mi Amo y donde sí hubo jalón de trenzas y en la que terminé tomándome todos sus mecos, hasta limpiarle toda la verga y los huevos con mi lengua, pasamos por una mamada de culo que para ser sincera era la primera vez que hacía y que disfrute como nunca. Después de finalizar una serie de orgasmos interrumpidos, me enseño un collar grueso color rosa pálido, que lo hacia lucir tierno pero, la argolla de metal al centro me recordaba un collar de perro, pues era para su perra. Cuando me lo puso quise mirar al espejo a la perra en celo en la que me había convertido, mientras miraba mi reflejo me estalló la cabeza, esa necesidad de ser sometida se veía bastante representada en esos momentos, me llenaba de excitación por si mismo y ahora sí me veía a mi misma como una perra en celo en toda la extensión de la palabra y no fue si no, hasta cuando mi Amo tomo del centro de la argolla con los dedos y jaló de ella tan fuerte que este tirón me llevo del piso hacía arriba y ahí arriba mi instinto animal que parecía tan latente y tan cerca de él me agudizó los sentidos pude percibir el olor de mi Dom entrando por mi nariz y quedándose en mi cerebro, producía un tipo de anestesia.

Luego sentí que me escurría la panocha de las ganas, casi gemí de placer en ese momento y recordé que había ido con ganas de verga y en esos momentos apenas me acordaba, que no la había tenido dentro como quería. Después de tanta intensidad, de un paseo por texturas suaves y punzantes, la sensación de hielo quemando mi panocha por dentro mientras se derretía ahí, justo cuando mas caliente estaba, la cera caliente por mi espalda, las pinzas en mis pezones duros y el collar de perra en celo fueron distractores y hasta ese punto recordé que quería verga, ya la había tenido en mi boca, pero quería más…

Y por supuesto fue hasta que mi Amo quiso, porque así es como funciona todo, el decide y yo obedezco y para ser sincera cuanto placer me genera que sea así, pongo mi voluntad en sus manos y de ese modo he descubierto mi mayor disfrute. Ponerle el condón a mi Dom con la boca, fue una experiencia totalmente nueva para mí, sentí su verga bien parada y bastante prominente estaba muy antojable, la misma verga que ya había parado antes en mi boca durante mi clase número uno de mamar verga, creo que mi habilidad con el condón fue bastante aceptable, de ahí lo demás fue historia fui usada por la panocha, sentía tanto placer de por fin tenerla adentro en cuatro y luego de frente ver a ese hombre encima de mi encajándome la verga era todo un espectáculo por si mismo yo me expandía para dejarlo entrar y el me había estado preparando para eso, soy estrecha así que la entrada de su verga por primera vez me causo un dolor que al cabo de segundos se convirtió en mucho placer y si me había venido, pero me seguí viniendo tantas veces más como mi Dom ordenó y de las que no recuerdo la cuenta, nunca había experimentado orgasmos como los de ese día, volé con la efectividad de una droga, me llevo a mis límites y desde ese día mi panocha parece no saciarse, ni mi boca, ambas tienen siempre ganas de la verga de mi Amo, y mi culo va por el mismo camino pero eso es otra historia.

Vaya manera de ponerle fin a un año en abstinencia sexual, jamás me imaginé acabar como una verdadera puta, aunque siempre lo había deseado. Y este fue solo el comienzo de mi carrera como puta-sumisa, porque los límites superados parecen la puerta para nuevos límites y es por eso que siempre habrá algo nuevo que experimentar en este mundo, es lo que lo hace tan adictivo, tan delicioso, tan atractivo y tan perfecto para las perras en celo como yo.

Xana de Triskel

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